Qué hacer en Valencia
De las aguas polares de L'Oeanografic a las sabanas del Bioparc. Del gótico esplenderoso de la Lonja de la Seda a la arquitectura vanguardista de Santiago Calatrava. Un museo clásico (el de Bellas Artes) y otro de lo más moderno (el IVAM), sin duda, uno de los mejores de Europa en su género. Para pasear, los jardines del Turia. Dos citas con el mar: en el renovado puerto y en la playa de la Malvarrosa. Y un lugar para verlo todo desde el cielo: la torre de la catedral. Son sólo algunas de las ineludibles visitas que el viajero debe acometer durante su estancia en Valencia. No existe el tiempo para aburrirse, de veras.
La Ciudad de las Artes y las Ciencias es el símbolo de la nueva ciudad, la única visita que merece un día entero. Su puerta es L'Umbracle, una pérgola futurista con un bello jardín. A su vera, con el reflejo del agua, emerge L'Hemisfèric (planetario, cine Imax y espectáculos láser), y el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe. Río arriba queda el Palau de les Arts Reina Sofía. Y aguas abajo, L'Oceanografic, el mayor centro marino de Europa donde poder ver tiburones toro o ballenas beluga, entre otros inquilinos ilustres. La entrada conjunto sale por algo más de 40 dólares.
El antiguo cauce del río Turia es hoy el mayor parque urbano de Valencia, con más de 11 kilómetros de longitud y 17 puentes antiguos y modernos. Tres de sus principales reclamos son el zoo de nueva generación Bioparc y edificios tan emblemáticos como el Palau de la Música y el IVAM. Ya en el centro de la ciudad no hay que perderse la Catedral, cuyo interior alberga frescos renacentistas y el Santo Grial con el que Jesús ofició la última cena. Las mejores vistas de la urbe se obtienen si uno sube al Miguelete, campanario anexo de 51 metros de altura.
La Lonja de la Seda (siglo XV), con sus columnas helicoidales, se vanagloria de ser Patrimonio de la Humanidad, mientras que los modernistas Mercado Central (justo enfrente) y el de Colón, aparte de su bella fachada, muestran un interior de pleno bullicio mercantil. Precisamente, uno de los barrios por los que merce la pena perderse es el del Carmen, en pleno casco antiguo, que por la noche se transforma en zona de marcha.
La celebración de la Copa América hace unos años y la actual de la Fórmula Uno permiten disfrutar de una bellísima Marina Real Juan Carlos I, con su edificio estrella: Veles e Vents. Los amantes de la arquitectura moderna pueden alargar su paseo para ver de cerca el Palacio de Congresos, obra archipremiada de Norman Foster. Y en la plaza de Monteolivete se ubica el Museo Fallero, donde se exhiben los ninots que desde 1934 se han librado del fuego por votación popular.
Al norte del puerto deportivo se extiende una playa bien hermosa, de 2.300 metros de largo y casi 200 de ancha. Restaurantes con terrazas donde cocinan excelentes arroces y mariscos se diseminan a lo largo de su paseo marítimo.