El antiguo reino de Saba bañado por el océano Índico y el mar Rojo
El mítico dominio territorial de la reina de Saba ha dado paso a un árido país: Yemen, que bañado por las costas del mar Rojo y el océano Índico, ofrece al viajero ruinas arqueológicas y un peculiar paisaje urbano decorado con casas de adobe cuyo estilo ha sido reconocido por la Unesco. Cierre los ojos y déjese llevar al pasado...
El mítico dominio territorial de la reina de Saba ha dado paso a un árido país: Yemen, que bañado por las costas del mar Rojo y el océano Índico, ofrece al viajero ruinas arqueológicas y un peculiar paisaje urbano decorado con casas de adobe cuyo estilo ha sido reconocido por la Unesco. Cierre los ojos y déjese llevar al pasado...
El antaño poderoso reino preislámico de la reina de Saba es en la actualidad un país desértico emplazado en las zonas alejadas de conflicto de Oriente Medio cuya economía es la más pobre de todos los países árabes. No obstante, Yemen se erige como un destino turístico plagado de exotismo que permite al viajero retrotraerse a otras épocas, a la mítica Reina Bilqis, que según la historia concibió un hijo junto al Rey Salomón…
Sus floridos jardines, especias diversas, oro y piedras preciosas han dado paso a un territorio que preserva un fuerte carácter original, sobre todo en su arquitectura. Sus famosas torres vivienda se alzan en el desierto como islas de rascacielos de un mero país occidental. Construidas con adobe y barro cocido, conservan el embrujo de un lugar ajeno a los tiempos modernos. El turista que aterrice en Yemen lo hará en su capital, Sana'a. Se trata, sin duda, de la ciudad con mayor encanto del país que sobresale por la hospitalidad de sus gentes.
Su peculiar estilo arquitectónico le ha permitido ser declarada Patrimonio de la Humanidad. Las casas llegan a alcanzar hasta las ocho plantas. Los cuartos están decorados con fino mármol y las ventanas adoptan la forma de arco y están repletas de coloridos vitrales. Los principales puntos de interés para visitar son el Zoco, Bab-el Yemen o el Museo Nacional, que cuenta en su colección con objetos pertenecientes a los antiguos reinos que conformaban el país. No obstante son escasas las galerías de arte y es frecuente el saqueo y contrabando de antigüedades.
Fuera del centro neurálgico de Sana'a, también merece la pena visitar Wadi Dhar, que posee el popular Palacio de la Roca, vieja estancia veraniega del Imán Yahya, o bien las ciudades (fortalezas) de peculiar arquitectura: Kawkaban, Thula, Shibam, Hababa, Al-Tawala, Al Mawit, Al-Hajjarah, Manakha o Al-Hoteib. Una gran parte del turismo que se acerca hasta Yemen lo hace atraído por el yacimiento arqueológico de Ma'rib, con restos de diversos templos. El mejor conservado es el Trono de Bilqis o Templo de Bar'an, con seis columnas de 12 metros de altura.
El paisaje árido yemení contrasta con el Valle de Hadramaut, el mayor río estacional de la península de Arabia. Recorre 160 kilómetros sobre un lecho de piedras; es una de las zonas más fértiles del país con un verde brillante. Con sus desiertos, playas y picos de montaña, Yemen ofrece al turista, una amplia gama de actividades deportivas y de aventura. Nada mejor que coger el avión, llegar a esta recóndita zona y dejarse embriagar por las costas del mar Rojo y del océano Índico.
Salvo Sana'a y Taiz, las infraestructuras de alojamiento son mínimas en otros puntos del país islámico. Aunque la oferta no es muy abundante, merece la pena destacar la calidad de hoteles como el Sanaa Nights, el Al Hawta Palace Hotel, el Moevenpick Hotel Sana'a o el Burj al Salam, según coincide la opinón de varios visitantes que han disfrutado de sus estancias.