Un paraíso que inspira a cualquier artista: La Polinesia Francesa
En los confines del planeta, en pleno Pacífico sur, emergen más de un centenar de islas embuidas por un encanto especial. El exotismo de la Polinesia francesa ofrece al visitante playas encantadoras, sugerentes paisajes, restos de culturas milenarias y flores por doquier, sobre todo en Tahití. Si Gaugin encontró aquí su inspiración pictórica por algo fue
En los confines del planeta, en pleno Pacífico sur, emergen más de un centenar de islas embuidas por un encanto especial. El exotismo de la Polinesia francesa ofrece al visitante playas encantadoras, sugerentes paisajes, restos de culturas milenarias y flores por doquier, sobre todo en Tahití. Si Gaugin encontró aquí su inspiración pictórica por algo fue
A miles de kilómetros de cualquier continente, el encanto que irradian todos los rincones de la Polinesia Francesa inspira a cualquier artista. No en vano el pintor francés Gaugin encontró aquí su paraíso creativo. Todo se hace realidad al descender del avión en Papeete, en la isla de Tahití. Aquí están la luz, las mujeres de rasgos exóticos, la vegetación exuberante de las montañas, incluso unas estatuas que rememoran culturas antiguas. Tahítí es el verdadero corazón de la Polinesia Francesa. Al ser la isla más extensa, guarda algunos de los paisajes más sugerentes. Nada más al salir de la capital aparecen las playas de arena negra o blanca, las cascadas, los pueblos llenos de flores y los parajes extraídos de los cuadros del genial artista galo. Para los amantes del deporte, Tahití ofrece golf, tenis, equitación e innumerables actividades acuáticas, así como una animada vida nocturna. Un destino de ensueño en el Pacífico sur.
Las 118 islas de la Polinesia Francesa suman más de 4.000 kilómetros cuadrados y se esparcen sobre la inmensidad acuática de 2,5 millones de kilómetros cuadrados de océano en cinco archipiélagos. Esta Colectividad de Ultramar Francesa se compone de varios grupos de islas de origen volcánico o coralino, situadas en un área de alta actividad sísmica. Aparte de Tahití, otras de las islas y atolones más destacados son Bora Bora, Hiva Ova, Huahine, Maiao, Maupiti, Mehetia, Moorea, Nuku Hiva, Raiatea, Tahaa, Tetiaroa, Tubuai y Tupai. Viajar a este confín del planeta es ideal en cualquier momento del año, ya que goza de un clima tropical muy agradable durante todo el año. Su temperatura media anual es de 25 grados.
Si el turista no ha tenido bastante hasta el momento y busca mayores sensaciones, se puede embarcar en una excursión rumbo a las Islas Marquesas, o bien tomar un vuelo directo desde Papeete a la isla de Hiva Ova. Alrededor de estas ínsulas hay miles de kilómetros de océano en todas direcciones. Atuona, su capital, es una pequeña población de casas blancas al borde del mar. En las Marquesas los hombres lucen tatuajes tradicionales y las islas están plagadas de petroglifos y restos arqueológicos.
En Puamau se encuentra el tiki, la estatua de piedra más grande del archipiélago, que sólo es superada por los moais de la isla de Pascua. Para recordar la obra de Gaugin el visitante debe visitar sus dos museos: uno se halla en Papeari, en la costa meridional de Tahití, y el otro está en Autona, en la Maison du Jouir, su antigua residencia.
Como destino exótico más bien de lujo, la oferta hotelera que se disemina por la Polinesia Francesa aprieta el bolsillo de cualquiera. Sobre todo porque suelen incluir paquetes turísticos de varios días que incluyen Tahití y algunas islas como Bora Bora. Por ejemplo, el Intercontinental Resort de Tahití ofrece todas las comodidades junto al mar desde los 180 dólares la noche de habitación. Mientras, el Hiva Ova Hanakee Pearl Lodge es el único alojamiento de lujo en esta isla y ofrece 14 bungalows.