Las islas del Mediterráneo

El héroe griego y rey de Ítaca que combatió en la guerra de Troya, Ulises, surcó el Mediterráneo mientras le esperaba su fiel esposa Penélope. En su itinerario pareció trazar las magníficas islas que hoy dibujan un mar tocado por la varita de los dioses...

Mykonos
Mykonos

Las aguas de la antigua Mare Nostrum antaño conocida por los romanos han conformado un peculiar y repartido mapa de islas que se pueden recorren en barco y disfrutar de la enorme oferta de ocio que dispensan al viajero. En ellas podrá encontrar de todo: restos arqueológicos, playas exquisitas, marcha nocturna, rica gastronomía y diversión a raudales. Las más importantes, aunque no las únicas: Mallorca, Ibiza, Córcega, Cerdeña, Malta, Chipre, Sicilia, Creta, Mykonos o Santorini.

El mar que da nombre a todos los mares; el gran azul que cuenta la historia de todas las historias. Todo comienza, se desarrolla y se hace eterno en el Mediterráneo. Sus costas han forjado héroes de leyenda, a su sombra se han levantado quizás las ciudades más bellas del mundo y han emergido esos menudos trozos de tierra envueltos por agua: sus islas, desde las Baleares a las griegas, atravesando Córcega, Cerdeña, Sicilia o Malta.

Una de las mejores formas de surcar la antigua Mare Nostrum es hacerlo a bordo de los mejores barcos de pasajeros, cruceros convertidos en universos particulares en los que todo está diseñado para el placer del viajero; de por sí, se trata de unas vacaciones en sí mismas. Disfrutar de un crucero es toda una experiencia; eso sí, se nota en el bolsillo.

A poco más de 100 kilómetros de las costas del Levante español, el archipiélago balear formado por las islas de Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera muestra todos sus atractivos, que ya son patrimonio universal. En ellas, el viajero puede encontrar la calma, belleza, calas solitarias, clima benigno, diversión, ocio nocturno, gastronomía, monumentos y hasta yacimientos arqueológicos.

Para dormir, se pueden encontrar hoteles en Mallorca, la principal de las islas, a buenos precios para el visitante. La variedad de alojamientos es abundante. Internet permite encontrar interesantes ofertas si se reserva con tiempo de antelación. Incluso desde 25 dólares para pasar una noche.

La Costa Azul francesa presume de venerar al hijo más célebre que ha dado su principal isla, Córcega. Napoléon Bonaparte. Un museo dedicado a su persona y la Catedral (siglo XVI) son sus reclamos turísticos más destacados. A apenas siete millas emerge la isla italiana de Cerdeña, la segunda más grande del Mediterráneo y que se ha convertido en uno de los últimos refugios de la jet set gracias a la bondad de su clima y la extensa oferta de ocio nocturno. Aunque sus mayores atractivos están en la superficie, en sus arenales, codiciados por viajeros de medio mundo.

Tan sólo tres kilómetros separan el sur de Italia con su isla más popular: Sicilia, vinculada históricamente a la siniestra Mafia. Pero el turista que arriba en barco a su capital, Palermo, se olvida del pasado y disfruta del arte local. Al sur de la isla se ubica Agrigento, que cuenta con el edificio griego clásico mejor conservado: el Templo de la Concordia. Mientras, Siracusa le tiene también especial afición al pasado helénico pese a haber crecido bajo la amenaza del volcán Etna, de más de 2.300 metros de altitud.

Con rumbo al sur, nuestro viaje llega hasta Malta, una isla de apenas 316 kilómetros cuadrados y cuya capital, La Valetta, forma parte del club exclusivo de lugares declarados Patrimonio de la Humanidad. Su legado megalítico es impresionante, así como sus catacumbas y arte sacro repatido por las iglesias y donaciones efectuadas por los caballeros de la antigua Orden de Malta. También se pueden admirar cuadros de Caravaggio.

Zarpamos en dirección este y el viajero se topa con más de 2.000 islas, de las que sólo 200 están habitadas. La adivinanza se resuelve. Más visitadas incluso que la zona continental de Grecia, Creta, Santorini, Mykonos, Rodas, Lesbos o Corfú emergen con toda su belleza para ofrecer mitos en forma de fastuosos restos arqueológicos, como el Palacio de Cnossos, cuna de la civilización minoica, descanso, diversión y transparentes playas de fina arena blanca. A lo largo y ancho de todas estas islas, la oferta hotelera es vasta y diversificada, de todas las categorías, aunque en las más visitadas el precio de pernoctación se eleva bastante. Es lo que tiene amanecer con un paraje de ensueño y preciosas vistas. Es difícil encontrar algo por debajo de los 200 dólares.

Al sur de Turquía aparece solitaria la isla de Chipre. Ofrece al viajero teatros romanos con vistas al mar, ruinas medievales, iglesias ortodoxas con frescos bizantinos y el recuerdo de Afrodita, la diosa que surgió del mar. Otras pequeñas islas no tan conocidas también poseen un peculiar encanto, como las italianas Capri y Ponza, las croatas de Lopud y Susak o la Sovalye turca.