Antillas Holandesas, tesoros ocultos en el mar del Caribe
Paisajes de origen volcánico rodeados de cactus conviven con espectaculares playas, parques nacionales y ciudades sumergidas bajo el Caribe en las Antillas Holandesas
Paisajes de origen volcánico rodeados de cactus conviven con espectaculares playas, parques nacionales y ciudades sumergidas bajo el Caribe en las Antillas Holandesas
Las Antillas Holandesas es un archipiélago lleno de cofres de tesoros ocultos, los que esperan ser descubiertos por los turistas más intrépidos.
Conformadas por las islas de Aruba, Bonaire, Curaçao, Saint Eustatius, Saint Maarten y Saba, las Antillas Holandesas son territorio autónomo del Reino de los Países Bajos, sus paisajes son de origen volcánico y parecen haberse convertido en un fotograma de las películas del oeste: sabana de cactus, desierto, espinas y arbustos en forma de parasol. Tras un paisaje diferente, el turista que busca un poco más no tendrá problemas en hallar las joyas que esconden estos paraísos caribeños, privilegiados por contar con una temperatura media de 30 grados durante todo el año y estar exentos de vivir los azotes de los huracanes.
En Bonaire hay que adentrarse en las 5.000 hectáreas del Washington/Slagbaai National Park, para ver lagartos azules, iguanas, cerca de 200 especies de aves y una colonia de 11.000 flamencos. Los fondos marinos de la isla se encuentran entre los más bellos del mundo; una barrera de coral rodea al archipiélago, en la que una vez sumergido, permite encontrar túneles, grutas, pecios de barcos holandeses y esponjas de mar, entre otros tesoros. Se trata de un edén para los buceadores, donde las playas de escándalo del archipiélago se localizan en las zonas de Knip Bay o Boca Ketu.
En Curacao, en el Christoffel National Park se descubre un panorama modelado por cactus, palmeras y orquídeas salvajes. Las Hato Caves son grutas calcáreas que tienen inscripciones rupestres dejadas por los indígenas. Otra de las atracciones que no escapa al encanto del viajero es el Arikok National Park -en la isla de Aruba- espectacular por sus dunas de arena y bahías azotadas por intensas corrientes. El aloe vera, típico del paisaje de las Antillas, cuenta con su propio museo aquí.
La herencia holandesa de las islas tiene su máxima expresión en Willemstad, capital de Curaçao. Las casas disponen de tejas rojas y sus fachadas son de colores, pero sólo se abren al público en los años impares. Desde 1997 la ciudad vieja y su puerto integran la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Una vez aquí, resulta imprescindible probar el producto más típico de la isla del mismo nombre, el licor azul, por excelencia presente en bares y restaurantes.
Saint Estatius no tiene semáforos, los burros circulan por la calle y los pollos se pasean por la pista de aterrizaje del aeropuerto. Su principal atracción es su ciudad sumergida: viejas tiendas, tabernas y ruinas de murallas hundidas a pocos metros de profundidad en la costa de Oranjestad. Saba, por su parte, es un cono volcánico tamizado de helechos y orquídeas.
Como destino turístico que reúne cada vez más adeptos, las Antillas Holandesas cuentan con una oferta de alojamientos de calidad óptima y servicio cuidado máximo. El Aruba Sonesta Resort at Seaport Village es un gran complejo hotelero situado en una isla privada. Su casino es uno de los más grandes de todo el Caribe. En Bonaire, el Harbour Village Beach Resort -de cuatro estrellas- es un hotel elegante y muy frecuentado. El Marriott Resort & Casino, en la isla de Cuaraçao, es uno de los nuevos complejos de vacaciones con una arquitectura acorde con el estilo colonial holandés y tiene un impresionante jardín tropical.