Realidad virtual y realidad aumentada en el turismo

Las tecnologías inteligentes, como la realidad virtual o realidad aumentada, han copado el campo turístico dejando abierto el debate de si es necesario que el potencial turista conozca los atractivos del destino antes de conocerlos en la realidad física.

Realidad virtual y aumentada en el turismo

El turismo como actividad está relacionado con diversas ciencias y disciplinas, en cuanto a la tecnología, ha estado ligada a ella desde sus inicios. Pero es en esta década en que el turismo se ha visto fuertemente influenciado por dispositivos portátiles como teléfonos, tabletas inteligentes y ordenadores.

En el caso de los terminales inteligentes, se ha generado una tendencia por incluir elementos virtuales dentro de los factores decisorios del turista, nos referimos a la Realidad Virtual y a la Realidad Aumentada.

¿Cuál es la diferencia entre ambos? La Realidad Virtual es un entorno no físico generado por un programa de computadora representado en las tres dimensiones espaciales. Por otro lado, la Realidad Aumentada funciona como una lupa o microscopio al mejorar las capacidades de nuestros sentidos con cualquier elemento físico, es decir, la Realidad Aumentada nos permite agregar elementos virtuales a nuestro entorno a través de una cámara de un Smartphone o unas gafas especiales como las Google Glass.

Estas tecnologías se han asentado fuertemente en el campo turístico en los últimos años añadiendo un enfoque innovador al permitir que muchos potenciales turistas puedan descubrir los destinos de su preferencia haciendo “visitas virtuales” a los más importantes atractivos de un destino observando con las cámaras de sus teléfonos móviles los elementos tradicionales, históricos y artesanales en versiones virtuales de los mismos con animaciones bastante atractivas.

Un ejemplo de esta interacción entre el turismo y la tecnología actual está en la colaboración de la cadena de hoteles Marriot con Samsung, que han implementado la realidad virtual en algunas de sus oficinas para ofertar sus habitaciones y otras, con audios donde diferentes clientes relatan su experiencia de viaje con la empresa hotelera.

Otro ejemplo lo constituye el museo Trick Eye de la Ciudad de México donde se exponen distintas piezas de arte y, gracias a una aplicación móvil, se permite enriquecer la experiencia de los visitantes con objetos virtuales animados.

Sin embargo, aún queda en el aire la cuestión de si en realidad es beneficioso el hecho de permitir que un posible turista vea lo más importante de un lugar de destino sin generar un efecto adverso en la decisión del cliente que piensa realizar un viaje.

En consecuencia, debería hacerse un análisis respecto a la ubicación de estas herramientas, es decir, decidir si deberían ponerse a disposición del turista antes, durante o después de su viaje. En cualquiera de los tres momentos, resulta un complemento interesante el que pueda conocer un poco del lugar que visitará, como elemento adicional a su experiencia mientras viaja o como un atractivo recuerdo a manera de “souvenir virtual” luego del viaje.

Como se advierte, los destinos turísticos emergentes podrían recurrir a esta nueva forma de innovar sobre sus atractivos, lo que generaría, sin duda, un mayor interés, pero siempre cuidando de no reemplazar la visita real del turista con un software demasiado inmersivo o sobre saturado de objetos virtuales para no mermar el interés del turista por visitar un determinado destino.