Turismo a miles de metros sobre el mar

Turismo en la altura

Gozar de una puesta de sol a más de 3.000 metros de altura sólo está al alcance de muy pocos; sólo de aquellos intrépidos aventureros que optan por descubrir nuevos destinos turísticos y dejan por un tiempo las rutas convencionales en busca de un paraíso de diferentes e inolvidables sensaciones.

Asia y Sudamérica concentran en sus continentes las cumbres más elevadas y los diez territorios más poblados de todo el planeta. Son los destinos preferidos para la práctica del turismo de altura, ciudades y países exóticos como el Nepal, que alberga en su interior la extensa cordillera del Himalaya, que cosquillea al cielo. En sus entrañas se reparten las cuatro montañas más empinadas del mundo y sueño de todo montañero:

  • El Everest (8.488 metros)
  • El K2 (8.611 m)
  • El Kanchenjunga (8.586 m)
  • El Lhotse (8.501 m)

Algunos vienen simplemente a echar un vistazo de esta majestuosa cordillera plagada de nieve; otros, los más osados, para conquistar sus alturas. No son las únicas pendientes estratosféricas. Otras cumbres como el Makalu, Dhaulagiri, Manaslu y el Annapurna también se convierten en objetivos a alcanzar por los escaladores.

Aparte de sus picos, Nepal es también conocida por su antigua cultura y la arquitectura budista. Este país asiático ofrece innumerables oportunidades de ocio para los amantes de la aventura: Se puede practicar alpinismo, senderismo o rafting.

Nepal es un destino de ensueño y cuento de hadas gracias a sus hermosas ciudades, su exuberante entorno y la abundante flora y fauna de su alrededor. Su capital, Katmandú, es un valle secreto, el más grande y cosmopolita del país, un lugar de encuentro de numerosos grupos étnicos.

Otra cordillera majestuosa y no exenta de riesgo para los alpinistas más duchos que se propongan emprender un viaje inolvidable es la del Karakórum, región montañosa situada en la frontera entre Pakistán, India y China. En sus adentros también se erigen varios "ochomiles", como el Gasherbrum I (8.068 metros), el Broad Peak (8.047 m) o el Gasherbrum II (8.035 m)

En Sudamérica; en Perú y Bolivia se reparten los destinos del mundo más elevados sobre el nivel del mar. Por ejemplo, el país andino contiene en su territorio ciudades pobladas como La Rinconada, Cerro de Pasco o Cuzco, que se sitúan a niveles comprendidos entre los 3.400 y los 5.400 metros de altitud, todo un desafío para los no iniciados a los grandes retos.

No muy lejos de allí, Juliaca, capital de la provincia de San Román en la región Puno en el sur del país, se encuentra a 3.825 metros de altura. Esta urbe cuenta con atractivos turísticos de interés como el Templo Colonial de Santa Catalina, el Cristo Blanco o el Mirador Waynarroque. Es paso obligado para los viajeros que se dirigen por vía terrestre hacia Cuzco, Arequipa o Puno.

En Bolivia, su capital, La Paz, y urbes como El Alto, Potosí u Oruro también presumen de acoger un turismo de altura, nunca mejor dicho. En estas zonas, las altitudes oscilan entre los 3.700 y 4.100 metros. Ante esta arriesgada aventura, el viajero es consciente de que debe ir preparado, sobre todo para combatir el mal de altura, que puede afectar a personas no aclimatadas a altitudes mayores de 3.000 metros.

Existen asentamientos humanos por encima de esas cotas suramericanas; sin embargo se tratan en su mayoría de templos budistas o postas militares en la región del Tíbet. Precisamente, en la cuna del Dalai Lama, se ubica la ciudad de Lhasa, capital de la región, con 250 mil habitantes. A un nivel de 3.650 metros, la ciudad se abre al viajero para ofrecerle su rico patrimonio budista: Los palacios de Potala, Norbulingka y el Templo de Jokhang, todos ellos Patrimonio de la Humanidad.

Al otro extremo, la región oriental de la mayor de Las Antillas también se beneficia de la existencia de lugares y zonas que le otorgan un valor único para el ocio. Allí abundan las huellas dejadas por la historia cubana, como la Sierra de la Gran Piedra. Existen establecimientos que ofrecen opciones de alojamiento a una altura de 1.225 metros sobre el nivel del mar, en un entorno natural privilegiado del oriente cubano. Considerado como un acogedor complejo turístico de montaña, cuenta con el atractivo adicional de estar rodeado de ruinas de antiguos cafetales, declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad.