Islas Virgenes, agua cristalina y arrecifes de ensueño
Custodiada en el pasado por ilustres piratas y corsarios, las caribeñas Islas Vírgenes son un auténtico paraíso vacacional para el turismo.
Custodiada en el pasado por ilustres piratas y corsarios, las caribeñas Islas Vírgenes son un auténtico paraíso vacacional para el turismo.
Playas de aguas cristalinas y unos bellos arrecifes coralinos, sin duda la mejor manera de llegar hasta ellas es en un crucero. El país lo conforman unas 200 islas entre la parte estadounidense y la británica, aunque lo usual es descansar en Saint Thomas, Saint John, Saint Croix. Jost Van Dyke o Tórtola.
Estadounidenses o británicas, las Islas Vírgenes son una espléndida cinta de tierras diseminadas que ni siquiera el pirata Barbanegra trato de profanar. El blanco de sus playas vírgenes. entre las olas de un color azul turquesa y sus arrecifes coralinos, se han convertido en el atractivo turístico más destacado de este archipiélago emplazado en pleno Caribe compuesto por cuatro principales islas (Saint Thomas, Saint John, Saint Croix y Water Island) y algunos islotes menores.
La parte británica se conforma por unas 40 islas, de las cuales 11 están habitadas. Las más grandes son Tórtola, Virgen Gorda, Anegada y Jost Van Dyke. En total, las Islas Vírgenes suman un total de 200 islas e islotes que fueron avistadas por Cristóbal Colón.
Célebres piratas como Barbanegra o Francis Drake jugaron a ocultarse, siglos atrás, en estas bahías. La historia de las Islas Vírgenes es una sucesión de guerras entre las potencias europeas. Como paraíso vacacional, parecen pensadas para practicar la vela, y con este objetivo están preparadas las bases de las más famosas compañías náuticas, las que se emplazan en la isla de Tórtola, lugar ideal para partir en crucero. Este es el principal medio de transporte que utilizan los turistas que se acercan hasta estos trozos del Caribe.
El itinerario predominante hace escala en la Isla del Tesoro de Stevenson, Norman Island y prosigue hacia Peter Island, Cooper Island y Virgen Gorda, popular por sus bellos baths, que no son otra cosa que rocas graníticas que con el tiempo se han vuelto lisas. La ruta continúa por la parte norte de Tórtola, llena de fondeaderos, hasta llegar a Jost Van Dyke, la isla más salvaje. Más de dos millones de visitantes anuales disfrutan de sus encantos.
Los paseos escalonados a pie por St. Thomas y St. Croix presentan al turista los diversos tipos de arquitectura colonial heredada de los siglos XVII y XVIII. Las casonas restauradas ahora se visten de museos que exhiben bellas piezas de caoba, como la Casa Haagenson en St. Thomas y el Museo Whim en St. Croix. Las ruinas de la plantación de Annaberg en el Parque Nacional de St. John ofrecen, por su parte, demostraciones culturales diarias que incluyen cocina en una olla de carbón sobre fuego abierto.
La gastronomía es otra de las peculiaridades que ofrecen las Islas Vírgenes, propia del Caribe y que incluye productos como el marisco, platos como los buñuelos de zapallo o el relleno de papas. Al viajero se le recomienda una excursión de media jornada en el parque nacional marino de la isla de Buck Island, junto a Saint Croix, reserva natural idónea para la práctica del buceo y los paseos en bicicleta. Por 35 dólares puede nadar entre corales, pelícanos y peces, incluyendo la posibilidad de avistar algún galeón hundido bajo las aguas.
La oferta hotelera de este país caribeño no es muy abundante, pero de entre ella sobresalen algunos alojamientos de postín, como The Renaissance Grand Beach Resort (Saint Thomas) -el preferido por las estrellas de cine- con todo tipo de comodidades dividido en series de apartamentos que se integran en el paisaje. Algo más económico resulta el The Sugar Mill ubicado en la isla de Tórtola, sitio en las laderas de la colina que domina la playa. Necker Island, en las Vírgenes Británicas, fue comprada por Richard Branson, el fundador de Virgin Records. En la actualidad, la única villa que hay es un hotel exclusivo y de lujo para multimillonarios.