Museo del Louvre: el mejor del mundo
El viajero que arribe a París debe incluir en su recorrido la obligada visita al Museo del Louvre. A buen seguro que quedará extasiado por la excelsa belleza que emanan sus colecciones, las cuales abarcan desde la Antigüedad hasta el siglo XIX. Hay verdaderas joyas artísticas como La Gioconda o La Venus de Milo...
El viajero que arribe a París debe incluir en su recorrido la obligada visita al Museo del Louvre. A buen seguro que quedará extasiado por la excelsa belleza que emanan sus colecciones, las cuales abarcan desde la Antigüedad hasta el siglo XIX. Hay verdaderas joyas artísticas como La Gioconda o La Venus de Milo...
París bien vale un a visita sólo para contemplar bien de cerca las joyas artísticas que alberga el Museo del Louvre, uno de los más importantes del mundo. Con más de 35.000 piezas expuestas y diseminadas sobre una superficie de más de 200.000 metros cuadrados, esta enorme galería es una admirable máquina del tiempo que permite saltar de una sala a otra entre siglos y civilzaciones enteras. Auténticos tesoros pictóricos y monumentales tales como La Gioconda o la Venus de Milo decoran las amplias estancias del Louvre. El visitante podrá admirar las bellezas de la Antigüedad hasta mediados del siglo XIX. Por todo ello, es el museo de arte más visitado de todo el planeta.
La riqueza patrimonial del Louvre se conserva hoy en un excelso conjunto de edificios. Y es que, además de museo, el Louvre es una obra arquitectónica impresionante, un monumento que ha ido tomando forma a lo largo de ocho siglos de turbulenta historia. El museo abrió de forma oficial sus puertas en medio del tumulto de la Revolución Francesa, el 10 de agosto de 1793.
La colección real, que pasó a ser nacional, se enriqueció durante este período con obras de artistas incautadas en los edificios religiosos y en las viviendas de los emigrantes. En la actualidad, el exterior del museo también llama la atención del visitante por su más que visible pirámide de cristal. Fue diseñada por el arquitecto Ieoh Ming Pei con el fin de centralizar el acceso de los visitantes, que a través de ella descienden a un recibidor bajo la superficie por el que se accede a las diferentes salas del museo.
El flujo de antigüedades griegas, romanas, egipcias o de Oriente Próximo condujo a la renovación del conjunto de edificios, en particular los del patio Carré donde se crearon las galerías especializadas: la egipcia, confiada a Champollion en 1826 o la Asiria presidida por los toros alados de Khorsabad y el friso de los arqueros, el tesoro del departamento.
Obras maestras de la pintura universal
Varias de las obras maestras de la pintura universal se concentran en este museo. Son los casos de la Gioconda, el cuadro más célebre de Leonardo Da Vinci; la Virgen del Canciller Rolin, de Jan van Eyck; La coronación de Napoleón, de Jacques-Louis David; La encajera, de Vermeer; y La Libertad guiando al pueblo, de Delacroix.
Las colecciones de esculturas también entusiasman por su belleza; abarcan desde las civilizaciones antiguas de Mesopotamia y Egipto hasta el Neoclásico. Tesoros tales como los gigantescos toros alados de Mesopotamia, el Código de Hammurabi, la Victoria de Samotracia, la Venus de Milo, o El escriba sentado, adornan las estancias más visitadas. El Louvre posee, asimismo, un fragmento del friso del Partenón de Atenas.
De entre las esculturas de la Edad Media sobresalen obras como la Tumba, de Philippe Pot; La ninfa de Fontainebleau, de Cellini; o el Esclavo moribundo y el Esclavo rebelde, de Miguel Ángel Buanarotti.
Su magnitud es tal que, en la actualidad, el Louvre promueve la apertura de dos subsedes del museo, en Lens (Francia) y en Abu Dabi (Emiratos Árabes).