Bielorrusia, la nación inexplorada y enigmática
Bielorrusia es la última oportunidad para el turista de acercarse a lo que fue la U.R.S.S. de 20 años atrás.
Bielorrusia es la última oportunidad para el turista de acercarse a lo que fue la U.R.S.S. de 20 años atrás.
Conocida como la Rusia Blanca, Bielorrusia, república de amplias llanuras, bosques frondosos que cubren más de una tercera parte del país y más de 10 mil lagos, supone un destino turístico intrigante para emprender un viaje. 207 mil kilómetros cuadrados y 10 millones de habitantes, mantienen su misterio porque ha permanecido inexplorada y ensimismada en su caparazón desde la caída del comunismo. Es uno de los pocos países de la antigua Unión Soviética donde las estatuas de Lenin siguen en pie y todavía se utilizan los servicios de la KGB.
Pero una vez que el osado viajero aterriza y descubre los parajes de Bielorrusia, se sorprende con sus maravillas.
Su historia parece viva y casi se puede sentir
Entre las ciudades que resultan más interesantes para visitar se encuentran la capital Minsk, Brest, Hronda, Homel, Polatsk, Vitsebsk y el diminuto pueblo de Turau, cerca del majestuoso Parque Nacional de Pripyatsky.
Este estado completamente llano cuenta además con cuatro sitios declarados Patrimonio Mundial de la Humanidad, dos de ellos compartidos con sus países vecinos: El complejo del Castillo Mir, el castillo Niasvizh, la Belovezhskaya Pushcha (con Polonia) y el Arco Geodésico de Struve (junto con Estonia, Finlandia, Letonia, Lituania, Noruega, Moldavia, Rusia, Suecia y Ucrania).
Una visita a Minsk es ideal para quienes están interesados en la historia o fascinados por el modo de vida socialista o también para aquellos que sólo quieran experimentar algo diferente fuera de la habitual ruta turística europea.
Escrupulosamente limpia, con amplios bulevares y plazas alineadas con grandiosos bloques de edificios, la capital se intercala con amenazantes estatuas de la antigua república soviética y monumentos de guerra, creando un fascinante telón de fondo a orillas del río Svisloch.
Uno de sus grandes atractivos es el Hotel Europe, una lujosa estancia donde uno se puede alojar ubicado en el corazón histórico de Minsk. Aún así, el turista puede encontrar numerosas boutiques, cafés y clubes nocturnos para mantener el entretenimiento.
En los últimos años Bielorrusia ha realizado grandes esfuerzos para desarrollar el turismo que, indudablemente, se convertirá en una de sus principales fuentes de ingresos. Pero hasta el momento las infraestructuras todavía son deficientes para lo que demanda un turismo de calidad.
Pese a estos inconvenientes, los visitantes son bien recibidos y la seguridad no supone problema alguno. El alojamiento en Bielorrusia es apto para todos los bolsillos, pero con ciertos matices. Lo más recomendable es reservar hoteles al contratar el viaje. Y de qué mejor forma que hacerlo por Internet. La red ofrece numerosos buscadores de vuelos y hoteles en el país del este de Europa.
El turista mochilero, acostumbrado a dormir en albergues, debe saber que sólo existen hoteles, que son, o muy caros o muy baratos. Por lo que es recomendable alquilar previamente un apartamento puesto que por relación calidad precio sale más económico.
Pasar una noche en alguno de los hoteles de mayor precio en Minsk cuesta alrededor de 150 euros la noche lo que equivale a 220 dólares americanos y la calidad es de tipo europea. Si se escoge una pernoctación de menor precio, los precios oscilan entre los 45 y 75 dólares la noche; eso sí, los hoteles económicos son establecimientos de estilo soviético que no tienen las comodidades que se encuentran por ese precio en lugares con turismo más desarrollado.
Bielorrusia es un destino de esos que prefieren siempre quienes buscan encontrar en un lugar esa sensación espectante en los ojos que quieren y no se quieren cerrar. Un paisaje maravilloso que entrega paz y muchas, muchas anécdotas para contar.