Oporto: Una ciudad decadente con un bello patrimonio histórico
La decadencia que embarga a Oporto la envuelve en un halo peculiar que merece la pena ser descubierto por quien la visita. Contemplará un centro histórico hermoso, unos cafés que conservan intacta su esencia de principios de siglo o unas coquetas galerías para los amantes del arte, entre otros atractivos
La decadencia que embarga a Oporto la envuelve en un halo peculiar que merece la pena ser descubierto por quien la visita. Contemplará un centro histórico hermoso, unos cafés que conservan intacta su esencia de principios de siglo o unas coquetas galerías para los amantes del arte, entre otros atractivos
Oporto seduce al visitante con su antigüedad y decadencia, sus cafés clásicos, sus galerías de arte de última vanguardia y la ansiada luz que tan bien le sienta, aunque la lluvia sea su compañera de fatigas habitual, aspecto a tener en cuenta para ir ataviado de paraguas. No obstante, las gotas de agua suelen dar una tregua durante el verano para que llegue a abarrotarse la playa de Matosinhos, a la que se arriba en sólo quince minutos con el moderno metro que cruza la segunda ciudad portuguesa de mayor importancia tras la capital Lisboa.
Uno de los principales puntos de atracción de Oporto es, sin duda, Aliados, calle principal y plaza de la ciudad. Junto a los focos de interés turístico destaca, además, lo que no se ve a primera vista: las fachadas azulejadas de algunos edificios populares, los árboles, los rótulos de los comercios, sus peculiares callejuelas... así como los inmuebles de reciente construcción como la Casa da Musica o la sede de la compañía telefónica Vodafone, por ejemplo. Precisamente, muchas de sus calles tienen demasiada actividad urbana. Existen cordelerías, zapaterías, mercerías y pastelerías de lustre.
El centro histórico de la urbe está considerado como Patrimonio de la Humanidad. El Palacio de la Bolsa (siglo XIX), la Iglesia, la catedral (siglos XII y XIII), el Palacio de Cristal, la Torre de Cristal, el Ayuntamiento y sus puentes sobre el río Duero (Das Barcas, Pênsil, a Arrábida, Maria Pia, Do Infante, Luiz I, Do Freixo) son sólo algunos de sus monumentos más sobresalientes. A la sombra de la catedral se disemina Barredo, un barrio de estilo medieval y calles angostas. También cerca se ubica la estación de Sao Bento, decorado con bellos azulejos románticos.
Otra de las nuevas zonas digna de ser visitada es la calle Miguel Bombarda, repleta de galerías de arte. Entre cuadro y cuadro apetece tomar un té en la misma vía. En torno al puerto es donde más sobresale la presencia del vino que da nombre a la ciudad con sus populares bodegas y restaurantes. También se puede degustar una bebida en el café Majestic, en la Rua Santa Caterina con un siglo de antiguedad y en perfecto estado de conservación; el café Guarany, de los años treinta; y A Brasileira.
Una de las mejores panorámicas para contemplar Oporto se da al otro lado del río, tras cruzar el puente de Eiffel, en la zona de Vila Nova de Gaia. Aquí también se concentran las bodegas de vino local que están abiertas al visitante. Lo más interesante pasa por comprar un billete que incluye paseo en barco por el Duero y visita bodeguil. Para encontrar alojamiento, el barrio de Boavista es una buena opción, ya que la zona se encuentra rodeada de hoteles, tiendas y edificios de oficinas.