Lisboa: La ciudad del romanticismo
Repleta de vías empinadas y adoquinadas que resulta preferible recorrer en sus añejos tranvías, Lisboa emerge como destino romántico y de descanso meláncolico envuelto por la melodía del fado. La capital portuguesa dispone de grandes plazas y monumentos Patrimonio de la Humanidad que merece la pena visitar
Repleta de vías empinadas y adoquinadas que resulta preferible recorrer en sus añejos tranvías, Lisboa emerge como destino romántico y de descanso meláncolico envuelto por la melodía del fado. La capital portuguesa dispone de grandes plazas y monumentos Patrimonio de la Humanidad que merece la pena visitar
Lisboa no sólo es la ciudad más oceánica de la Península Ibérica, sino que también es el centro de una cultura abierta cuya sensualidad se refleja en la gastronomía, como en la melancolía de los inmortales fados o en la delicadeza de sus expresiones culturales. La capital portuguesa, situada en la desembocadura del Tajo, es también una urbe de azulejos, cuestas y tranvías, así como uno de los destinos más románticos en los que pasar unas cortas vacaciones.
La Praça do Comércio puede suponer el inicio del recorrido del turista. Es la puerta de entrada a la Baixa, un barrio de formas rectilíneas surcadas por tranvías y comercios. Aquí se erige, colosal, la estatua de José I a caballo (siglo XVIII). En dirección al Bairro Alto el visitante se topa con el elevador de Santa Justa, de 45 metros de altura, y si se sigue por la Baixa llega a otra gran plaza lisbotea: la de Don Pedro IV o el Rossio. Aquí se ubica el Teatro Nacional Doña María II. Un poco a la izquierda se sitúa la Plaza dos Restauradores, que da a la Avenida da Liberdade.
En la Ruta Garret el visitante puede sentarse al lado de la estatua del gran poeta Fernando Pessoa. Pasear por Lisboa descubre dos tipos de edificios engalanados, las casas de fisonomía maquillada con azulejos y los edificios construidos en piedra blanca.
Uno de los mayores atractivos de la ciudad portuguesa es subir al Castelo de Sâo Jorge y disfrutar de unas excelentes vistas. De origen romano, la fortaleza cuenta con una muralla y unos jardines de gran interés. Otros miradores que merece la pena visitar son los de Santa Lucía, Portas do Sol, Santa Catalina y el de San Pedro de Alcántara. La Alfama es el barrio más típico de Lisboa, el distrito de la ropa en la calle, las tabernas y los mercados. Aquí no es necesario buscar una casa de fados, hay tantas que resulta difícil no pasar por alguna.
Otra visita ineludible es Belém. En esta zona se encuentra la Torre de mismo nombre y el suntuoso monasterio de los Jerónimos. La Torre de Bélem es un edificio de piedra blanca que se baña en el Tajo y parece salida de un cuento de princesas y caballeros. Por su parte, el hermoso monasterio, de piedra blanca y estilo manuelino, dispone de un claustro digno de ser recordado. Ambas referencias monumentales han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad. Cerca también se localiza el Monumento a los Navegantes en homenaje a ilustres personajes locales como Fernando de Magallanes o Vasco de Gama.
La gastronomía de Lisboa está influenciada por su proximidad al mar, por lo que el bacalao se erige como su plato más popular. Se dice que los portugueses, y en especial los lisboetas, tienen 365 maneras de preparar el bacalao, una para cada día del año.
Lisboa es la ciudad más cara de Portugal. Si se visita en época de vacaciones se aconseja reservar alojamiento con tiempo de antelación, ya que resulta complicado encontrar una habitación libre en los hoteles con mejor precio. A veces, y por medio de las agencias, se consiguen tarifas más asequibles que las que se reclaman de manera oficial.