Llegar a Cuba: Consejos para el turista que pisa tierra cubana por primera vez
Es Cuba tierra fácil de atravesar y harto difícil de comprender
Es Cuba tierra fácil de atravesar y harto difícil de comprender
Polémica y apasionante, el mundo todo se arroga el derecho a opinar y trenzar las más disparatadas comparaciones, pero pocos son los que respetan un estilo y un bregar diferente en esta humanidad. Y parecen no importar los niños de África que mueren de hambre, con estómagos llenos de parásitos, ante el rumor mediático de si en Cuba alguno vive flaquito, vacunado, y con huevos como plato principal de comida.
Quizás muera de hambre -en figurado sentido- de otras carnes y golosinas, pero es mejor decir que agoniza con hambruna total aunque los huevos le tengan bien lleno el estómago. Estamos ante el efecto del vaso medio vacío, medio lleno. Así es Cuba, un lugar de moda, del que se habla bien y mal.
Una isla pobre de América a la que, exageradamente, se le suele pedir el desarrollo económico de las grandes potencias del orbe como correctivo por tomar la senda socialista
Si visita Cuba por vez primera y su interés es entender, despójese del pensamiento predefinido que otros le han creado. Intente apartar de sí lo que una vez escuchó de malo y de bueno. Pero sobre todo lo malo, porque lo negativo siempre envenena la razón y sugestiona el alma, y pretende uno encontrar fantasmas en cada paso que inicia.
No crea todo lo que le digan, guarde siempre un trozo de duda. No juzgue rápido. Es imposible conocer a alguien en apenas días. Igual sucede con los pueblos. Sus espíritus son mucho más colosales de lo que muestran.
Si el comunismo es para usted una palabra indecente, respete el hecho de que para muchos nativos es una aspiración por la que luchan y se sacrifican en la vida.
¿Limita su estancia a La Habana? Sepa que La Habana no es Cuba. De hecho, se parece más a otro país que a la propia isla. Los cubanos que viven en otras ciudades lo sienten por la constante agitación y el pensamiento pro-capitalista que expresa buena parte de habitantes de la capital, lo mucho que gusta el buen vivir sin esfuerzo, la importación de modas y comportamientos foráneos, y lo poco que agrada el trabajo por alguien más que no sean ellos mismos.
El resto del país le ofrecerá una imagen más calma, menos atiborrada de los vicios que una ciudad tan cosmopolita como La Habana no puede eludir. Si la capital de Cuba le mostró un niño que pide limosna, mientras un padre oculto espera en la esquina próxima obtener dinero fácil, no llegue a conclusiones. No es el panorama común de estos lares. Camine la isla y verá cuán sagrados son los niños para las familias y el Estado.
Prepárese a descubrir una realidad, probablemente, menos tecnológica que la suya, con diferencias marcadas entre el nivel material de vida que usted puede darse y el de los cubanos. Un buen consejo es siempre traer dinero en efectivo. Algunos sitios no abundan en cajeros automáticos ni aceptan todo tipo de tarjetas.
¿Busca conocer sus féminas? No se alíe a proxenetas, le ofrecerán la más lamentable de las escenas. Camine, verá algunas damitas ofrecidas en los puntos de turismo, y más allá, un sinfín de mujeres que trabajan, viven sus vidas, y no se interesan por su dinero. Mujeres inteligentes, maduras, que de usted solo quieren respeto.
Encontrará personas muy amables que jamás le asediarían, pero extenderían la mano si le vieran en problemas. Y también hallará personas, en exceso calurosas, que le interrumpirán cada paso para pedir algo o imponerle compañía.
Habrá casas que serán como un segundo hogar, con familias llenas de sueños, dispuestas a avanzar por medios propios, y “hogares de alquiler” que pintan la misma historia de miseria a cada turista para obtener lástima y prebendas. Utilice su intuición.
Llegar a Cuba por primera vez invita a mirar, a observar con los propios ojos. En dependencia de sus expectativas, unos encuentran desventura; otros, un porvenir si de valor humano se trata por tanta solidaridad, cultura, educación, y atención al hombre.
Unos descubren en los cubanos sueños de hacer, otros, de partir lejos. Lo mejor es vivir en Cuba la existencia propia y no la de los demás. Sería como llegar al África, imitar el hambre, pero no padecerla. Un último consejo, si lo que busca es entender, repita siempre la visita. No basta una vez para conocer Cuba.