La isla de Pascua

La isla de Pascua

El misterio todavía perdura en la Isla de Pascua, la más aislada de todo el planeta que sigue habitada. ¿Fueron erigidos por los extraterrestres? Los más de 800 moai que la pueblan, algunos de ellos con un peso de más de 70 toneladas, que se alzan colosales sobre toda Rapa Nui, la gran tierra para los aborígenes de procedencia polinésica que la poblaron durante cientos de años, son desde tiempos inmemorables y sin resquicio de duda, el principal reclamo turístico que ofrece esta isla de origen volcánico situada en medio del Océano Pacífico, a 3.700 kilómetros del continente americano.

Pero en pleno siglo XXI, el origen de estas majestuosas estatuas de piedra aún se desconoce. Mito y realidad se entrelazan en este pequeño territorio que dio origen allende los mares a una cultura extraordinaria, además de convertir a Rapa Nui en un valioso tesoro arqueológico que trasciende las fronteras de Chile, país del que depende administrativamente.

Hoy en día continuamos sin conocer cómo un pueblo que se desarrolló sin el conocimiento de la rueda logró transportar estas inmensas moles de piedra volcánica hasta más de 18 kilómetros de distancia. Una de las muchas teorías al respecto propone que los Rapa Nui habrían cortado todos los árboles usando los troncos como rodillos para deslizar las estatuas; de esta forma se explicaría la ausencia de vegetación en la isla. En la actualidad, los moai, palabra que significa rostro viviente de los antepasados, yacen botados y no erigidos sobre el altar, excepto los que han sido reconstruidos o los que fueron abandonados durante su etapa de construcción.

El viajero, a su llegada a la isla de Pascua, queda deslumbrado por su belleza natural y la misteriosa cultura ancestral de la etnia rapa nui. Toda la zona, cuyo único núcleo poblacional es Hanga Roa (3.800 habitantes), tiene una forma de triángulo rectángulo con lados de 16, 18 y 24 kilómetros. En cada uno de sus vértices se ubican tres volcanes inactivos. Al norte se encuentra el Maunga Terevaka que, con 539 metros de altitud, es el punto más alto de toda la isla.

La costa, en tanto, es escarpada y rocosa; a su alrededor se dispersan una serie de islotes como el Motu Nui, Motu Iti y Motu Kaokao en el extremo sudoeste, el islote Motu Tautara en la costa poniente y el Motu Marotiri en la parte occidental. Existen también más de 70 conos parasitarios y cráteres secundarios, entre los que sobresale el Rano Raraku, cuya toba fue utilizada para tallar los moai, así como el pequeño cono de escorias del Puna Pau, ubicado al noreste de Hanga Roa, de cuyo interior se extrajeron en épocas prehistóricas los grandes cilindros de escoria roja emplazados sobre muchas de las grandes estatuas.

Aunque Rapa Nui es en sí misma un museo al aire libre, llena de moais, sitios ceremoniales y petroglifos, cabe destacar asimismo la presencia del Museo Antropológico Padre Sebastián Englert, que posee una gran colección (unas 1.500 piezas) y representa el legado cultural de la isla. El museo, fundado en 1973, cuenta además con una importante colección de fotografías, archivos de música tradicional, una biblioteca con 3.000 publicaciones y el único moai femenino encontrado.

La isla de Pascua, junto con su vecina más cercano, la pequeña y deshabitada isla de Sala y Gómez, está reconocida por biólogos como una ecorregión única. Su parque nacional fue designado por la Unesco en 1995 Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, la escasez de precipitaciones ha podido contribuir a parte de su deforestación. Los pocos árboles que habitan en Rapa Nui forman pequeños grupos. Los nativos los esquilmaron para tallar algunas estatuas y transportar otras muchas.

El desarrollo turístico en los últimos años en la isla de Pascua ha sido tal que el visitante, aparte de contemplar in situ el legado arqueológico y único de los moai, puede disfrutar de un gran número de actividades, adecuadas infraestructuras y mejores servicios. Entre todas ellas: buceo, pesca, bailes, excursiones, navegación o rica gastronomía. Hay hoteles en isla de Pascua en donde alojarse muy cómodamente y, también, en armonía con la naturaleza y las magníficas estatuas, como el Hotel Hotumatua, entre varios otros.