Más destinos excéntricos en todas partes del mundo

Principado de Sealand
Foto aérea del principado de Sealand - Flickr.com

El placer de viajar requiere, en ocasiones, un importante esfuerzo económico, sobre todo si el destino seleccionado o la propia manera de emprender la aventura se caracterizan por su singularidad o rareza. Por ejemplo, ya es posible viajar a la luna y convertirse en turista espacial.

Existen varias empresas estadounidenses, como Space Adventures, Space Island o Virgin Galactic Airways que ofrecen esta posibilidad. Eso sí, requiere de una elevada preparación física y un enorme desembolso de millones de dólares. Otro viaje atípico resulta disfrutar de una travesía a caballo por la cordillera de los Andes. A falta de hoteles de cierta categoría, la ruta se convierte en toda una aventura de excepción: Las carpas para alojarse ofrecen lujos como camas mullidas, sábanas y frazadas, sillones de ratán, alfombra, toallas, batas, calefacción y duchas de agua caliente. Y la comida la prepara un chef internacional.

Algunos de los bolsillos más adinerados del planeta escogen pasar una vacaciones de ensueño a bordo del barco residencial The World, que surca los mares del mundo sin llegar nunca a destino, llevando a bordo a pasajeros muy especiales: Millonarios que compran o alquilan algunos de los 165 camarotes del buque, cuyo valor oscila entre uno y más de ocho millones de dólares cada uno.

También se convierte en una experiencia viajar por aire: Volar con los míticos aviones soviéticos MIG-25, MIG-29 o SU-27 donde el turista va acompañado de un piloto especializado. El trayecto apenas dura media hora, pero se puede alcanzar una velocidad de 3.000 millas/hora. El viaje comprende ida y vuelta a Moscú y estancia de tres noches en hoteles de cuatro estrellas. De 12.000 a 16.000 dólares. Sólo apto para los turistas más intrépidos y pudientes.

En un entorno alejado de la civilización urbana, el viajero puede optar por observar la vida libre y salvaje de gorilas y chimpancés por el África Oriental. El itinerario comprende paseo por los bosques, montañas, gargantas y ríos, así como la pernoctación en cabañas y campamentos en medio de la jungla. También en el continente negro, en concreto en Botswana, Sant Camp permite, en medio de la nada, dormir en una tienda de campaña sin electricidad ni agua corriente. Pero cuesta un ojo de la cara: casi 2.000 dólares por noche.

Uno de los lugares más raros para visitar es Erving’s Location, un pueblo estadounidense que tiene un solo habitante. Pero no es el único lugar de estas características: Hibberts en Maine, Lost Springs en Wyoming y New Amsterdam en el estado de Indiana también cuentan con un solo vecino. Aunque para emplazamiento exótico por conocer, Sealand, una plataforma en el Mar del Norte a 10 kilómetros de la costa inglesa. Sus lugareños son escasos: Una familia de cinco personas que se consideran miembros de la micronación más pequeña del globo terrestre.

Viajar al Polo Norte en una expedición singular, al punto donde se unen todos los meridianos terrestres, es, sin duda, un destino único, pero también costosísimo, pese a que gozar de la posibilidad de vislumbrar la aurora boreal pueda no tener precio. Alojarse en uno de los hoteles temáticos más peculiares que existen repartidos por todo el mundo también se convierte en una alternativa para los viajeros más excéntricos. Los hay de todos los tipos: Ubicados sobre las copas de los árboles, confeccionados de papel, de barriles de vino, de hielo, sumergidos bajo el agua, edificados sobre cementerios, cárceles,… toda una aventura.

En Berlín, en el hotel Propeller Island City Lodge, el viajero puede dormir en una fortaleza, en una cama voladora, en una habitación llena de nubes o en una balsa pegada al techo con cabos. Los precios de las habitaciones oscilan entre los 100 y los 155 dólares. Especialmente recomendado para viajar en familia, una opción fuera de lo convencional es alojarse en el hotel Ritz-Carlton de Hong Kong. Cuenta con un programa especial con el que los niños son atendidos por un mayordomo personal y no una niñera.