Joyce y Wilde nos conducen a una sosegada pero animada Dublín

Al son de los literatos ilustres que la poblaron, Oscar Wilde o James Joyce, el visitante descubre una animada capital europea, paraíso de una de las mejores cervezas del mundo

the temple bar dublin
The Temple Bar de Dublín
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Apenas destaca por su monumentalidad o patrimonio arquitectónico, pero Dublín posee el encanto de una ciudad sosegada con un gran ambiente que se transforma cuando el sol se oculta.

Dublín es la capital de un país que fue sometido durante muchos siglos. La tradición, que se plasma en sus calles y sus personajes, tan bien retratados por autores como James Joyce, se une a la modernidad en una de las economías más prósperas de Europa.
La capital de Irlanda no es la ciudad ideal para el turista que, apresurado, recorre calles desconocidas ávido de monumentos. Para disfrutar de Dublín el visitante debe recorrerla de una forma pausada, relajada. Y es que está repleta de tesoros escondidos y un ambiente excelso.

Un paseo por el centro de la urbe proporciona una idea de los elementos que definen su arquitectura georgiana, estilo propio del siglo XVIII. A destacar el Parlamento y la universidad. En la zona también resulta de interés visitar el Trinity College, donde estudiaron personajes de la talla de Oscar Wilde o Swift. Cobra especial relevancia su librería, que cuenta con más de tres millones de libros y 2.000 manuscritos. Tomando el río Liffey como referencia se arriba al castillo, símbolo de la dominación británica en la isla. Sólo quedan en pie dos torres y en la parte baja se localiza la capilla de la Santísima Trinidad, de estilo neogótico. Otra de los principales atractivos de Dublín es la catedral de Christ Church, del siglo XII, románica-gótica, así como la catedral de San Patricio, de origen normando.

A un cuarto de hora del Trinity College se localiza el santuario de la cerveza local, una de las más afamadas del mundo. La fábrica Guiness es un gran complejo que ocupa 26 hectáreas y fabrica al día más de dos millones y medio de pintas. En la terraza de su parte superior se puede degustar una cerveza y disfrutar de la más bella panorámica de la urbe. Situada un poco lejos del centro, cerca de South Circular Road, la Prisión de Kilmaianham es para los irlandeses lo que el Coliseo de Roma para los cristianos. Se pueden visitar las celdas de sus héroes nacionales.

O'Connell Street es el símbolo histórico de la ciudad. Se trata de una gran avenida de 50 metros de ancho y 800 de largo en la que proliferan tiendas de souvenirs, establecimientos de comida rápida, edificios de oficinas y salas de juegos. Es la principal arteria urbana de Dublín con edificios representativos como la Oficina Central de Correos o el Monumento a la Luz, un obelisco de 150 metros de altura. Otra calle comercial de prestigio es Grafton Street, repleta de tiendas caras, espectáculos de mimos y músicos callejeros.

La capital irlandesa es mundialmente famosa también por su animada vida nocturna, que cobra su máxima expresión en la zona denominada como Temple Bar o barrio viejo, cosmopolita a más no poder. Aquí abundan los restaurantes, teatros, pubs, hoteles, librerías y galerías de arte. La mayor parte de la oferta de alojamientos en Dublín está cubierta por hoteles y casas de huéspedes. Los primeros tienen licencia de venta de toda clase de bebidas alcohólicas, mientras que las denominadas Guest Houses sólo la tienen para vinos. También destaca la oferta de Bed & Breakafast, es decir, el alojamiento en casas particulares con desayuno incluido, pese a que se sitúan en las afueras de la ciudad y no son muy baratos.