La Selva Negra es una de las mejores maravillas naturales

Los abetos y una vegetación esplendorosa dominan toda esta región germana de una belleza sin parangón. La Selva Negra se alza como una opción de turismo de naturaleza con mayúsculas, con Friburgo como eje capitalizador en torno al Rin.

Selva Negra, Alemania

El impresionante macizo montañoso de la Selva Negra ofrece paisajes asombrosos a todo aquel que decida emprender viaje para visitarla: bosques frondosos de abetos, recónditas villas medievales escondidas entre sus valles y Friburgo, la ciudad más cálida de Alemania. El verano es la época más recomendable para vistarla. La nieve y la niebla desaparecen y permiten que estos hermosos parajes brillen en todo su esplendor.

El viajero tiene ante sí unas cuantas oportunidades de disfrutar de las vistas: las aldeas del valle de Kinzigtal, escondidas entre arboledas, están protegidas por almendrales, cereales y vastos viñedos; mientras, el desfiladero de Wutachschlucht se erige como una reserva natural habitada por orquídeas, helechos y aves junto a un afluente del Rin.

El Titisee es un lago glacial donde el visitante más osado podrá nadar. Los menos valientes pueden alquilar una barca. También se puede escoger la práctica de deportes de aventura como parapente, kayak, paseos en globo, escalada, surf o equitación.

Las tradicionales casas de Altstadt, el barrio medieval de Friburgo y los diferentes riachuelos que recorren la ciudad marcan el recorrido a seguir por el turista. Lo mejor de la historia lo podrá encontrar en el Vogstsbauernhof, el museo al aire libre de la Selva Negra. Una excursión que no se puede obviar es subir hasta la cima del Schauinsland, desde donde se disfruta de unas privilegiadas vistas del valle del Rin y de los Alpes.

En Friburgo es casi obligado acercarse hasta el mercado Münsterplatz, sito frente a la majestuosa catedral, y probar su wurst, la salchicha típica de la región. Y para los más golosos surge la opción de acercarse hasta el Café Schäfer, en Triberg, para degustar la deliciosa tarta de la Selva Negra. La porción sale cinco dólares. La mejor cerveza de Friburgo se encuentra en Hausbrauerei Feierling.

Existe una amplia red de autobuses y trenes que conectan las diferentes ciudades y pueblos de la Selva Negra. Otra posibilidad es alquilar un coche en algunas de las agencias con oficina en Friburgo.

Para una excursión transfronteriza, la bella población de Breisach consigue captar la atención del viajero. El Rin separa las calles adoquinadas de este pueblo con la poblacion francesa de Neuf-Brisach, una antigua fortificación militar.

La oferta de alojamiento en torno a la Selva Negra germana es variopinta: con vistas a las cimas del Felderberg a un lado, y del Schauinsland al otro. Kirchlehof es un hostal rural perfecto para establecerlo como campamento base de las aventuras.

Balnearios curativos y deportes

La Selva Negra también presume de contar a lo largo (200 kilómetros) y ancho (60 km) de su territorio con un amplio surtido de balnearios curativos, climatológicos y de descanso. La gran cantidad de manantiales y fuentes calientes que amanecen en los valles proporcionan unas aguas medicinales aptas para el relax de los viajeros después de una dura jornada a pie como simple turista u osado aventurero si se ha optado por la práctica del senderismo en esta inmensa explanada arbolada.

Además, en invierno, el valle se transforma en un bello tapiz idóneo para esquiar.
Al sur de la Selva Negra, en la frontera con Suiza y Francia, comienzan a desvanecerse las más elevadas montañas de la zona, aunque la vista panorámica sigue siendo de impresión, que avisa de la llegada de los Alpes suizos y los Vosgos.

Mientras, el paso del Rin por la región deja su clara impronta con cascadas de hasta 20 metros de altura.
Amén de la espectacular naturaleza que rodea al visitante en todo momento, éste también puede disfrutar de la cultura gracias al museo al aire libre Vogtsbauernhof, que exhibe hermosas casas y granjas de siglos pasados. Se encuentra en la localidad de Gutach. De aquí también es oriundo el sombrero de borlas, que forma parte del traje típico alemán, así como los relojes de cuco. Pero la Selva Negra es mucho más, sin duda.