Las posadas, la esencia de la hospitalidad colombiana en cinco destinos llenos de encanto

San Andrés
San Andrés

Colombia es uno de esos destinos turísticos enigmáticos, con muchos atractivos para sus visitantes, empezando por los propios colombianos, gente alegre y resultado de una fusión de razas. Colombianos criados al ritmo de la cumbia y de la salsa, con el realismo mágico de García Márquez y que han sabido convivir y sobreponerse al flagelo de la guerrilla y el narcotráfico para proyectarse como un país acogedor y poseedor de bellezas naturales. Colombia es un lugar encantador para perderse en la naturaleza y sentirse arropado por la hospitalidad de su gente, fantástica combinación para un viaje distinto en lugares soñados.

Las posadas colombianas ofrecen gran comodidad y hospitalidad al viajero, son una experiencia de turismo rural de esas que se escapan al lujo y que permiten sumergirse en un viaje alucinante y maravilloso, donde todos y cada uno de los sentidos es gratamente estimulado.

El Amazonas, ecoturismo donde nace la vida

Amazonas: Pronunciar su nombre evoca en el viajero imágenes de aventura y exotismo por doquier y no se equivoca. Junto al río que da la vida se despliega imponente e impenetrable la jungla, que ha cedido paso al hombre que ha hecho de ella su hogar y del río su camino, medio de comunicación y punto de encuentro entre las culturas, las originarias y las que vinieron de lejos buscando El Dorado y que se presentan ante el visitante como personajes irreales, tan onírico y fantástico como el entorno y su magnífica biodiversidad y sus posadas, integradas a la selva.

Los árboles y el río en una experiencia de ecoturismo total rodeado de criaturas salvajes, delfines rosados, aborígenes y claro, la hospitalidad de la gente que ha hecho de este trozo irreal de la tierra un hogar y un proyecto de vida, el que comparten gustosos con el viajero que viene de lejos.

Sierra Nevada de Santa Marta, un mundo sagrado

Posiblemente la experiencia de recorrer los camino milenarios que se dibujan y perfilan hacia las alturas y cuyo final es la Ciudad Perdida de los Tairona, antigua civilización que pobló esta zona de Colombia y cuyo legado de piedra se mantiene incólume a través de los siglos, entregan al viajero la experiencia mística de la conexión con la naturaleza y los dioses de antaño a través del recorrido y contemplación de su cultura.

Las posadas de esta zona invitan a la reflexión y al encuentro místico, a la búsqueda del sentido de la vida a partir del compartir con los habitantes de esta tierra, herederos de culturas ancestrales y antiguas quienes reciben al viajero con hospitalidad y respeto, convirtiendo unas vacaciones en un viaje con y hacia los sentidos con las montañas como guías silenciosos y el paisaje como testigo.

Chocó, donde el tiempo se detuvo

Chocó, un departamento de Colombia situado en la serranía del Baudó es otro de esos lugares mágicos, misteriosos y de ensueño que con sus peculiares posadas, especialmente las de Bahía Solano y Nuquí; recibe a los visitantes en un entorno salvaje que mezcla mar y selva, con playas limpias, cálidas y prácticamente vírgenes a la que se accede por senderos tallados a machete para encontrar de golpe un lugar para descansar, reponerse y compartir la vida de los lugareños, alegres y respetuosos.

Un trozo de la prehistoria en el mundo actual, en la que plantas y animales desconocidos forman un coro de murmullos al atardecer mientras el sol se pone en el mar y con un poco de suerte podemos contemplar absortos y con los sentidos desbordados, la mágica danza de las ballenas jorobadas, para luego y antes de dormir, degustar los manjares de esta zona, frutos del mar y de la tierra preparados a la usanza de sus habitantes en recetas que son tan antiguas como la milenaria jungla que todo lo rodea y escuchar al calor del fuego historias de antepasados y leyendas locales.

San Andrés, un mundo aparte

Si realmente alguna vez hubo un paraíso, sin duda este fue este trozo de las Antillas y que conserva intacto el esplendor, magia y tonalidades que sólo se consiguen con una mezcla perfecta de sol, mar, arenas blancas y gente hospitalaria. Se trata del archipiélago de san Andrés, Providencia y Santa Catalina.

Un puñado de casas multicolores y pegadas al mar abren sus puertas para dar posada al viajero que viene de lejos para ofrecerle lo mejor de ellos y de su amada tierra, una singular y única gastronomía, amistad y largas historias de piratas, cadáveres y ron al más puro estilo de la Isla del Tesoro; rica herencia de este trozo de tierra que ha hecho del mar su forma de vida, del colorido y transparencia de sus aguas y de sus finas arenas una señal de identidad y que entrega el descanso en su más pura esencia… Sol y mar, junto a actividades deportivas, buceo y senderos encantadores en los que es posible perderse, o al menos desear no volver a la civilización.

La Guajira y su desierto de sal, una experiencia única

Desde el punto de vista que se mire, el visitar esta zona de Colombia es una experiencia única, es una mezcla de arena, sal y agua, hogar milenario de los Wayúu, indígenas herederos de una sabiduría ancestral que se transmite generación tras generación y que comparten con el viajero que llega hasta sus tierras para aprender un nuevo sentido de la vida, un despertar al autoconocimiento.

Pero posiblemente la experiencia más inolvidable que se pueda vivir en esta tierra es la de hospedarse en las posadas de Cabo de la Vela, viviendas construidas según la tradición de los nativos y que están hechas de barro y cactus en la que pasar la noche en una hamaca hecha a mano puede ser algo absolutamente diferente.

Cinco destinos en Colombia, una tierra mágica, cinco experiencias diferentes entre sí sin comparación en el mundo… viajar no es sólo museos y monumentos… viajar también es encontrarse con la naturaleza y gente hospitalaria y puede ser el primer paso a un viaje más importante, el que entrega la tierra, las antiguas tradiciones y el entorno… el viaje al conocimiento de uno mismo y para ello, Colombia y los colombianos son el destino perfecto y los mejores anfitriones.