Qué hacer en Berlín

Avenidas anchas, árboles y agua. Y muchos cafés y terrazas donde parar a tomarse algo. Berlín se descubre a pie, paseando por sus barrios llenos de vida y diversión. Las opciones culturales, arquitectónicas y monumentales son infinitas en la capital alemana

Qué hacer en Berlín

La Isla de los Museos, el mercado turco de Kreuzeberg, el monumento del Holocausto de Peter Eisenman, los restaurantes en Oranienburger Strasse... Desde la caída del muro, en 1989, Berlín ha reinventado un fascinante mapa urbano.

En una visita a la capital alemana de 48 horas se alcanza el cielo desde la Torre de la Televisión, a la cúpula del Reichstag de Norman Foster o al rascacielos situado en el número 1 de la Postdamerplatz. Berlín se descubre caminando. Ya sea por el bulevar Unter den Linden, las animadas orillas del río Spree, el alternativo barrio de Prenzlauer Berg o Ku'Damm y sus tiendas a última. De noche, Mitte o Schöneberg son una buena opción para divertirse.

El primer día merece la pena madrugar y así evitar las colas para acceder a la cúpula del Reichstag. Desde la enorme bóveda de cristal del Parlamento germano se obtiene una de las mejores vistas de la ciudad. Hacia el sur llega otro emblema de Berlín: la Puerta de Bradenburgo. Emblema de la reunificación alemana, sobre ella se levanta la escultura de la alada diosa de la Victoria montada en una cuádriga.

Resulta recomendable echar un vistazo a los alrededores de la elegante Parisier Plats, repleta de embajadas, entidades bancarias y hoteles de lujo. Si se camina en dirección a Ebertstrasse se halla el Monumento al Holocausto: 2.711 bloques de hormigón que evocan un cementerio. En la misma zona se localiza el bulevar más esplendoroso de Berlín, Unter den Linden, una larga avenida que revive gloriosos tiempos pasados prusianos.

Al bajar por Charlottenstrasse se accede a la Gendarmenmarket, una de las plazas más elegantes de la capital, que concentra la Catedral Francesa, la Catedral Alemana y la Kokonzerthaus Berlín. Las opciones de ocio en esta ciudad son infinitas.

Si el tiempo lo permite, una visita de interés lleva al visitante al pulmón verde berlinés, el Tiergarten, un gran bosque urbano. Otra gran joya y símbolo del vanguardismo arquitectónico de esta metrópoli es la espectacular Postdamer Platz, al sur del parque. Se trata de una insólita colección de construcciones contemporáneas y futuristas entre las que sobresale el Sony Center y la enorme cúpula de cristal.

Los amantes del cine tienen una obligada visita al Flimmuseum, mientras que quienes opten por iniciar las compras pueden desplazarse hasta Kurfürstendamm y sus elegantes tiendas, o Prenzlauer Berg. Para contemplar lo que todavía perdura de la extinta República Democrática Alemana nada mejor que ir hasta Mauerpark, donde se encuentra la antigua frontera que separaba el Berlín oriental del occidental. Todavía se puede admirar un trozo de muro.

El paso por el famoso Check Point resulta de obligada visita. No tanto por lo que se ve, sino por lo que representa. La tercera letra de la jerga de las telecomunicaciones militares sirvió para dar nombre al puesto de control aliado más célebre de Berlín. La que puede verse hoy es una caseta recuperada, no la original.

No lejos de aquí se puede disfrutar de una insólita exposición al aire libre: Topographie des Terrors. Se trata de un descampado que un día estuvo ocupado por los cuarteles de la Gestapo y de la Comandancia de las SS.

La Alexanderplatz es una plaza inhóspita que a nadie deja indiferente. Destacan edificios como el Weltzeithur, el Rotes Rathaus (inmueble rojo del Ayuntamiento) y la Fernsehturm (torre de telecomunicaciones) con sus 365 metros.

En los alrededores de la plaza se encuentra la calle más emblemática en la historia judía de Berlín: la Grosse Hamburger Strasse. Aquí se puede visitar el Alter Jüdischer Friedhof, el primer cementerio judío de la urge germana, donde se llegó a enterrar a más de 12.000 personas.

En el barrio de Mitte se localiza el Hackesche Höffe, uno de sus espacios más singulares y exquisitos, con edificios de laberínticos patios entrelazados que esconden tiendas y establecimientos peculiares.

Para acabar la jornada, el metro conduce al viajero hasta la Onienburger Strasse en Mitte. Aquí se respira la pura efervescencia berlinesa a través de sus bares, locales y sus característicos edificios restaurados con patio interior.

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